La sinergia entre la obsesión alemana de Grasser por la precisión y el espíritu emprendedor italiano de Monetti, fueron la fusión perfecta para generar una propuesta muy diferente en el mercado, tanto por la calidad y prestigio de los productos comercializados como por una inigualable vocación de servicio al cliente.
Desde 1983 Óptica Ariel se transforma en la primera óptica del país en atender a sus clientes de una manera más cómoda, con una evidente impronta de personalización en la atención hacia ellos.
En los inicios, el negocio giraba en torno al rubro óptica, fotografía y perfumería, con un plantel de 10 funcionarios que rápidamente se transformó en un equipo de 25 colaboradores.
Era tradición en su momento que las ópticas de mayor prestigio instalaran su propios talleres para la fabricación de los cristales y su posterior montaje en el anteojo.
Óptica Ariel llegó a gestionar hasta la década del ‘80 uno de los talleres más importantes del país por el cual pasaron varias generaciones de ópticos uruguayos, formados por el O.T Bladimir Ramírez, quien dedicó su vida a la empresa con 60 años de trayectoria de manera ininterrumpida.