¿Por qué hay tantas personas con miopía en el mundo?
Muchos factores ambientales de la vida moderna pueden tener una influencia en los problemas visuales; y con unas pocas medidas preventivas, podría evitarse que muchos niños sufran de una condición que ha plagado a una generación.
La exposición al aire libre reduce el riesgo de miopía.
La idea de que la mala vista es principalmente genética nunca fue convincente.
La miopía es una especie de epidemia: entre un 60% y 40% de la población de toda América y Europa necesita lentes. Y esa cifra alcanza el 90% en algunos países de Asia. Si el “gen de la miopía” existiera, esto supondría que resistió milenios a pesar de sus desventajas.
Mientras en la generación de más edad apenas había casos que necesitaban lentes, el 10% de la generación más joven los usaba. Eso nunca hubiera sido posible si la enfermedad fuera genética.
La miopía es una enfermedad industrial.
Y es que, a pesar de un posible papel de la genética en el desarrollo de la miopía, fue solo después de que se diera un cambio en el entorno cuando el problema comenzó a emerger. Parte de ese cambio pudo haberse debido a la educación y la alfabetización, una de las explicaciones más comunes sobre la aparición de la miopía. Pero los estudios epidemiológicos sugieren que los efectos de la lectura sobre la vista son mucho menores de lo que en principio pudo haberse creído. De hecho, una investigación llevada a cabo en niños en Ohio, Estados Unidos, demostró que no existe ninguna correlación.
Son muchos los que ahora argumentan que es el tiempo que hemos permanecido bajo techo, en casa -no tanto la lectura en sí- lo que tiene peso en el deterioro de la vista. Esto sucede principalmente por el atractivo que han generado los dispositivos digitales. Hoy los niños, por ejemplo, permanecen encerrados jugando con pantallas (videojuegos, celulares, tablets, etc.) y están siendo expuestos al espectro maligno de la luz azul.
Estudio tras estudio, desde Europa, pasando por Australia y hasta Asia, se ha hallado que la gente que pasa más tiempo al aire libre es mucho menos propensa a desarrollar miopía que aquellos que permacen la mayor parte del día encerrados y exponiéndose al expectro nocivo de la luz azul (de los dispositivos digitales y de la luz Led).
Luz natural
Una de las explicaciones más populares es que la luz del sol nutre en cierta forma los ojos.
Los niños con mejor vista no son más activos que aquellos que usan lentes, lo que descarta la posibilidad de que el ejercicio influya en la buena vista. Sin embargo, aquellos que pasan mas tiempo al sol, son menos propensos a tener problemas visuales.
La luz solar puede ser 1.000 veces más intensa que la artificial. Y cuanto más disfrutan del sol los niños, son menos propensos a necesitar lentes de receta. Quizás es porque la luz solar estimula la producción de vitamina D, que es responsable del sistema inmunológico y cerebro sano, y también podría regular la salud ocular.
Una idea más aceptada es que el sol provoca la liberación de dopamina, un neurotransmisor que actúa en los ganglios basales del cerebro. La miopía es causada por un crecimiento excesivo del globo ocular, lo que hace más difícil enfocar una imagen en la retina. Y la dopamina parece ayudar precisamente en esto.
Cuestión de color
Lo de la buena vista también podría ser una cuestión de color. Las longitudes de onda verdes y azules se concentran en la parte delantera de la retina, mientras que la luz roja alcanza la parte posterior. Como la iluminación de los interiores tiende a ser más rojiza que los rayos de sol, el desajuste podría confundir los mecanismos de control del globo ocular. Esto le dice al ojo que no está enfocando bien y que, por tanto, debe crecer y compensar el desajuste de alguna manera.
Por otra parte, el problema radica en el desorden de objetos que nublan nuestro campo visual. Si fijas la vista en una pantalla de computadora, todo lo que está detrás de ella queda desenfocado a una gran escala. Cuando alzas la vista para mirar al reloj ocurre lo mismo: enfocas éste, mientras muchos otros objetos periféricos quedan fuera del foco, borrosos. Fijes donde fijes tu mirada, siempre habrá un desenfoque que pondrá a prueba los mecanismos de retroalimentación del ojo.
En los exteriores, sin embargo, las cosas tienden a estar a una mayor distancia, proporcionando una imagen más clara que ayuda a regular el desarrollo del ojo. Animar a los niños a pasar tiempo al aire libre solo puede ser bueno. Con suerte, estas ideas no solo tendrán importancia académica, sino que guiarán hacia nuevos tratamientos.
Con los lentes estás asegurando que tus hijos vean bien, estás haciendo lo correcto.
Para aquellos que quieran tomar medidas ahora, la mayoría de los investigadores coincide en que animar a los niños a jugar en el exterior podría ser una buena opción, siempre procurando que lleven sus lentes de sol con filtro 100% UV.